El producto que voy a desarrollar tiene como objetivo principal satisfacer una necesidad de curiosidad: quiero saber a qué sabe el pene, pero no puedo o no quiero formarme una opinión probando la materia prima.

El principal interés de la piruleta con sabor a pene es, por lo tanto, poder desvincular la experiencia gustativa del pene de su soporte necesario, es decir, un pene humano.

De este modo, este producto permitirá la democratización del sabor del pene, que aún está demasiado vinculado a su soporte natural y a sus necesarias connotaciones sexuales.

Más allá del soporte de las piruletas, se puede imaginar mañana expandir la gama de sabores a pene integrando este sabor tan especial en otros productos como el helado o el chicle. Imagínese en la heladería pidiendo un cono con dos bolas de sabor a pene y chocolate… ¡Usted tiene el poder de hacer posible esta absurdidad plausible!

Imagínese ofrecer inocentemente esta piruleta a un desconocido. Imagínese pedirle que detecte a ciegas el sabor. Imagínese revelarle lo que acaba de probar. ¿Lo tiene?

Si no ha sonreído al menos un poco pensando en el potencial cómico de la escena… ¡yo ya no puedo hacer nada por usted, lo siento! 😉

En términos de enriquecimiento de la gama de productos de bromas y engaños existentes, la piruleta con sabor a pene tiene un evidente potencial como herramienta de molestia cómica y benigna hacia el prójimo.

Este tipo de eventos es notoriamente conocido por sus celebraciones de buen gusto, involucrando accesorios que van con el carácter festivo y generalmente desenfadado del despedir la soltería.

Sin necesidad de desarrollar necesariamente el potencial interés de este producto en la organización de este tipo de eventos, no cabe duda de que una piruleta con sabor a pene encontrará su lugar naturalmente en la lista de imprescindibles para este tipo de celebraciones.

He estado hablando de este proyecto con todo mi círculo cercano durante un año y, además de que hace reír a mucha gente (¡lo cual ya es un punto positivo!), algunas de estas personas me han dado ideas para desarrollar nuevos casos de uso. Este me lo sugirió mi mamá (sí, le conté mi proyecto a mis padres, ¡nos reímos mucho!).

Mi mamá trabaja en una clínica geriátrica y, al mencionar los casos de uso ya recopilados, me indicó que la piruleta con sabor a pene podría ser útil para pacientes mayores. ¿Cómo y por qué? Debido al efecto de la madeleine de Proust. En los pacientes mayores con capacidades cognitivas deterioradas, los cuidadores pueden recurrir a la memoria olfativa de los pacientes para frenar el deterioro de la memoria. Dicho de otra manera, cuando un recuerdo consciente tiende a desvanecerse si se recuerda de manera puramente intelectual, ese recuerdo emergerá mucho más fácilmente si está asociado a un aroma disparador, que lo activará de forma natural. Nos encontramos entonces en el caso descrito por Proust en A la sombra de las muchachas en flor.

En fin, la piruleta con sabor a pene podría, en teoría, constituir una herramienta de estimulación sensorial en personas mayores. Quién sabe, tal vez algún día la piruleta con sabor a pene será reembolsada por la seguridad social…